martes, 15 de mayo de 2018

Y el Tribunal dictó sentencia

Decepcionante. Creo que es la palabra que más he utilizado estos días al definir la sentencia emitida por el Tribunal de la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Castellón contra Coté, su colega Gisbert y la mujer de éste.
Sí, DECEPCIONANTE, porque la capacidad de indignarnos ya casi la tenemos adormecida después de tantos reveses desde aquel primero, a principios de agosto de 2008, cuando por una mísera cantidad de dinero (nada qué ver con el daño causado), se le dejó en libertad a espera de juicio, hasta llegar al día de hoy, habiendo transcurrido diez largos años llenos de asombrosas resoluciones y no menos asombrosas actuaciones por parte del interfecto.
Y es que la capacidad de decepción la tenemos intacta, puesto que con tantas pruebas en los Juzgados, tanta investigación, tanta víctima, tantos testigos ... resulta decepcionante que un Tribunal finalmente se saque, cual mago de una chistera, unas dilaciones indebidas que dan al traste con una más que merecida condena.
Yo, que estuve presente en buena parte del juicio, que he seguido esta causa desde antes de que se interpusiese la primera denuncia contra ellos, que he estado a pie de obra estos nueve años que ha durado la causa de Castellón, lo primero que sentí fue decepción ... ni rabia, ni dolor, ni indignación, sólo decepción, y es una sensación de la que no logro desprenderme ... ¿Quizás habíamos puesto excesivas esperanzas en ese "acto" de impartir Justicia? ¿quizás sea cierto aquello que había dicho cierto Juez de que en España no se hace Justicia sólo se aplican las leyes?
Tres años para Gisbert, dos años y nueve meses para Coté y año y medio para la mujer de Gisbert: un "regalo" para quienes, con tanto descaro, avaricia y crueldad, sembraron dolor e intranquilidad en tantas familias.
Pero de esta sentencia hay mucho más que decir ...

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